Leña: ¿Crimen ambiental o alternativa verde?
Mucho se ha hablado del aporte que la leña hace a la contaminación de nuestro aire, ya que su uso no sólo involucra la liberación de C02 y otras partículas, sino que además la tala de los bosques. No es mi interés defender su uso, pero sí matizar algunos juicios que parecen incompletos.
La demanda de leña fomenta la deforestación
Esto es cierto en la actualidad, sobre todo aquellas zonas con más desarrollo forestal que sufren demanda de sectores con mayor densidad poblacional, pero tienen menor disponibilidad de leña. Sin embargo, se han consolidado en los últimos años sistemas de certificación en los que los empresarios a la vez que cortan deben reforestar. Además no es cortar y reforestar cualquier cosa de cualquier forma, sino que guiados por estrictos parámetros de sustentabilidad.
Visto así, la alta en la demanda de leña podría incluso fomentar la reforestación en las zonas metropolitanas, siempre y cuando consumidores, leñadores y el fisco pusieran de su parte.
La leña es una forma obsoleta e ineficiente de calefaccionar nuestros hogares
Si bien esto es correcto en muchos casos, la tecnología en materia de hacer más eficiente la combustión no se detiene. Asimismo, bien usada la leña puede abarcar muchas de nuestras necesidades cotidianas.
Para los citadinos, que usamos calefón, cocina, horno, estufa, hervidor, y tostadora, nos resulta fácil enjuiciar el encendido de la “chimenea” ya que nos parece innecesario. Pero si vamos al campo, encontraremos que la leña es mucho más que eso, es un combustible tan multifacético y completo como el gas o la electricidad. Y qué mejor ejemplo que la cocina a leña, que no sólo es cocina, sino que además calefacciona y abastece agua caliente.
La leña empeora la calidad del aire
Totalmente cierto. Pero no me deja de molestar el hecho de que mucha gente – por ejemplo en la Región Metropolitana – deba, por sanciones administrativas que priorizan una ciudad incapaz de controlar su contaminación, restringirse de su uso, debiendo echar mano a combustibles que por acceso o infraestructura resultan mucho más costosos y a la larga con una huella ecológica equivalente.
El tema con la sustentabilidad, es que hay que buscar la mejor alternativa para el lugar correcto. Hay ciudades como Temuco, en que claramente se debería prohibir el uso de cocinas a leña, pero no debieran los pobladores aledaños sufrir sanciones de orden administrativo siendo que el problema es de origen geográfico, a instancias de que una prohibición de este tipo puede producir repercusiones sociales y medioambientales graves para quienes no forman parte del problema.
Según la FAO, el 14% de la energía mundial proviene de la dendroenergía y en especial de la leña y el carbón. Esta energía es aprovechada por más de 2 mil millones de familias, en especial en los países en desarrollo. Una demanda que dicen seguirá en aumento al menos por los próximos decenios, dicen. El organismo internacional, entendiendo esta situación, está gestionando programas que permitan convertir el recurso forestal en una alternativa energética sustentable.
Insisto que mi interés no es defender ni condenar el uso de leña, ya que creo que falta mucho por aprender al respecto. Pero sí creo que una de las principales tareas pendientes de las energías renovables es la brecha de acceso a las tecnologías. Mientras tanto, y ante la popularidad de esta, hay que hacer con la leña lo mejor que se pueda en aquellas zonas en que es pertinente. Por eso es de esperar que quienes nos hablen de la leña como una alternativa sustentable sean escuchados y no “quemados en la hogera”.
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